Samstag, Juli 14, 2012

LOS RECORTAOS.



RECORTAR: 3. tr. Disminuir o hacer más pequeño algo material o inmaterial.

 El Gobierno de España también se…recorta; para que algunos digan que no son receptivos al sentir social. En el caso de Arias Cañete fue imposible recortar más. ¡Qué barbaridad!

1) Herr Rajao.
2) Gallardón.
3) Fernández Díaz.
4) De Guindos.
5) Montoro.
6) Soria.
7) Sáenz de Santamaría.
8) Arias Cañete.
9) Fátima Báñez.
10) Ana Mato.

Freitag, Juli 13, 2012

CRÓNICAS DEL MERCADO (8).


HAY QUE JODERSE: 1. loc. interj. coloq. Hay que fastidiarse.

Parece que «los mercados» no les conceden ninguna tregua, meine Damen und Herren: feo, muy feo; además de mal gusto, ¡sin charme! Yo también estoy disgustado con el mercado, sobre todo los fines de semana, cuando se llena de turistas bullangueros que caminan con el garbo de Juan Carlos, I, el Sencillo, mientras lucen en sus rostros la misma expresión que la ministra Ana Pastor, una mujer cuya faz nos recuerda a la del monarca español Carlos II de Austria, el Hechizado: un parecido asombroso. Sea como sea, estimados parroquianos, antes de acercarme al mercado, me asomo al balcón, y en función de la cantidad y calidad del ganado decido si es mejor quedarme en casa, desafiar a la marabunta o ejercer el noble arte del pastoreo— en esa disciplina los políticos españoles son maestros— con la morralla turística. Un hombre que tiene problemas con el ganado y el pastoreo es Mariano Rajoy, al que a partir de ahora denominaré Herr Rajao. Les confesaré algo, queridos lectores: esperábamos más de él. Sí, no se sorprendan, porque para esquilmar aún más el bolsillo de los españoles eran innecesarios tantas expectativas, discursos rimbombantes y actitudes de sobrao: «Yo presiono a Europa». Por el contrario, sí tiene mérito devaluar todavía más a los españoles sin tocar los privilegios de los siempre: un auténtico encaje de bolillos; o quizá no tanto. No olviden, meine Damen und Herren, que muchos de los que curten las palmas de sus manos— diputados del PP y del PSOE— mediante esos aplausos más dignos de un borracho son hijos de los que antes fueron Procuradores a Cortes; es decir: de raza les viene agarrar la mamella y no soltarla hasta que la vaca esté consumida. Desde hace lustros, tanto el PP como el PSOE desarrollan la política y economía más conveniente para las élites españolas, y para lograrlo ejecutan modelos financieros, que no económicos, cuyo fin es trasvasar la «riqueza» de los españolitos (riqueza basada en la deuda) a los balances bancarios. El postrer ejemplo lo encontrarán en lo que ustedes denominan «el ladrillo», estimados parroquianos. Esos pisitos de calidad deleznable, diseño hortera y precio desorbitado sirvieron para que los partidos políticos, y por extensión sus miembros, se llenaran los bolsillos con una obscenidad similar a la de Iñaki Urdangaringuinguin, el Deprimidillo,  cuando intenta salvaguardar la honestidad de la Bo(r)bona. El hábitat natural de un político español es el burladero, queridos lectores, no los medios del ruedo. Quizá por ese motivo ustedes carecen de estadistas o elevan a dicha categoría a cualquier mediocre que sea capaz de encadenar en una frase el sujeto, el verbo y el predicado. Por cuestiones obvias, despojo de tal habilidad a Pepiño Blanco, Maleni Álvarez y Leire Pajín: ¡tres santos niños! No protesten por los recortes de Herr Rajao, meine Damen und Herren, porque ustedes siempre pagan la voracidad de esa caterva de chorizos; deberían de estar acostumbrados. El inconveniente es que ahora se terminaron las comisiones, dádivas, los créditos a los partidos que después se condonaban a cambio de cuatro kilos de aire, los contratos de obra pública y extrañas obras de infraestructuras que más tarde se «agradecían» con un fajo de estampitas, un Jaguar que aparece y desaparece del garaje o con cacerías y viajes que el caballo blanco de turno estaba dispuesto a costear. Pretender crear una economía sólida asentada en el aumento de funcionarios, la deuda de las familias españolas, salarios míseros, impuestos exagerados y bancos gestionados por políticos se me antoja más complicado que esperar a que nuestro siempre admirado José Luis Rodríguez, el Puma, ganara en el concurso Pasapalabra. Ahora toca lo de siempre en España, queridos lectores, y no me refiero «a rebato», sino a culpar al extranjero, confiar en una buena ocurrencia en vez de asumir la responsabilidad y robar los harapos de ese pueblo que se muestra orgulloso de su ignorancia y que es manejado como una legión de peleles por los que aplauden desde el burladero del escaño. Sea como sea, meine Damen und Herren, no quiero finalizar el escrito sin aliviar a sus castigados lomos. Si no estoy mal informado, el Gobierno de Herr Rajao celebraba el Consejo de Ministros en la Zarzuela, con el Sencillo como crupier de la partida. Estimados parroquianos, ¡qué no saldrá de semejante cúmulo de talento y honestidad!; no desfallezcan.
Les dejo, meine Damen und Herren, creo que hoy disfrutaré de mi paseo por el mercado: el día está lluvioso y no hay mucha gente. Además, a H. le encanta, siempre agradece con alguna monería los trozos de fruta glaseada que le dan y los cumplidos que le dedican. En cambio, yo prefiero medio litro de cerveza de trigo: tengo el gaznate seco.


APOSTILLA: El próximo año, Herr Rajao incrementará el IVA hasta el 23%. ¡Hay que joderse!


Foto: Una casa sobre el mercado. NvO (2012)

Freitag, Juni 15, 2012

CRÓNICAS DEL MERCADO (7).


MARCA DE FÁBRICA: 1.f. Distintivo o señal que el fabricante pone a los productos de su industria, y cuyo uso le pertenece exclusivamente.


Creo que a ustedes les llueven bastonazos por todos los lados, meine Damen und Herren; me atrevería a decir que una granizada de hostias como templos. ¿Cómo se sienten después del Rascayú de Herr De Guindos, estimados parroquianos?: Rascayú cuando muera que harás tú. Tú serás un cadáver nada más, Rascayú cuando muera…
Durante mis excursiones al mercado encuentro tiendas en las que nunca compraré, una reticencia que obedece a varios motivos: la carne expuesta nos recuerda a las lorzas de Leyre Pajín; las verduras mantienen la misma frescura que el chochito de Teresa Fdez. de la Vega; el pan es más duro que el rostro de Rubalcaba; las conservas están más enmohecidas que el intelecto de Pepiño Blanco; la báscula tiene la misma exactitud que las predicciones económicas de nuestro siempre admirado José Luis Rodríguez, el Puma. Asimismo, encuentro marcas cuya reputación no me despierta ninguna confianza: nunca visito lo que ustedes denominan «tienda de chinos». Por el contrario, soy fiel a las marcas que mantienen la calidad y que hacen de ella su mejor aval. Quizá porque les intentan explicar otro cuento chino, meine Damen und Herren, el Gobierno español alumbró un engendro al que bautizaron con el nombre de «la marca España». Reconozco mi ignorancia al respecto, estimados parroquianos, porque…¿qué es «la marca España»? Acogotado por mi desconocimiento y ansioso por saber, acudí a Botiflard, aquel amigo español que me acompañó en un viaje y que me prohíbe hasta utilizar una inicial para referirme a él. Su respuesta fue contundente: «La rozadura que dejan los cojones en la entrepierna cuando se hinchan por escuchar a los hijos de puta que siempre nos gobiernan».
¡Qué verbo tan cálido, queridos lectores!, podríamos denominarlo poesía urbana. Sea como sea, me consta que existe un esfuerzo por parte de los que nunca dejan la teta—periodistas lameculos (disculpen el pleonasmo), empresarios pedigüeños, otro tipo de fauna ibérica…— por relanzar el término. Sin embargo, estimados parroquianos, tengo la certeza de que será un esfuerzo baldío, ya que gracias a nuestro admirado José Luis Rodríguez, el Puma, y a esa caterva de anormales que le ayudó a protagonizar sus crónicas de un pueblo, «la marca España» tiene el mismo valor que la biblioteca de Maleni Álvarez. La imagen de España que aún perdura es la de un cretino que alardeaba hasta en el extranjero de tener el sistema financiero más sólido del mundo y que adelantaría a Francia, Italia y Alemania (el dopaje lo utilizó para explicar semejante sandez, no para el intento); de una mujer con piernas de canario (Elena Salgado) que mentía al compás que le marcaban desde Moncloa; un país repleto de corruptos en el que «quien no llora no mama y el que no afana es un gil». De igual modo, confiar el calafateo de la marca España a un monarca cuyos actos— también los de su familia— demuestran poca ejemplaridad se me antoja el boqueo de un moribundo. En la misma línea, queridos lectores, podemos mencionar los despistes con las facturas del presidente del Tribunal Supremo, los negocios privados que todavía reciben subvenciones públicas (los beneficios también serán «privados»), esos empresarios que con la mínima inversión— nula en I+D— pretenden la máxima rentabilidad y buscan el corto plazo mientras abrazan con fervor cualquier ley que les permita condenar a la precariedad a sus trabajadores. Y ya, en el delirante fin de la década prodigiosa, el gobernador del Banco de España tuvo…cómo expresarlo…una actuación…; en fin, dejémoslo en eso: una actuación. Respectos a sus políticos, sindicatos, etc., meine Damen und Herren, es mejor no escribir nada porque ustedes los padecen a diario; detesto ser redundante, ni siquiera para enfatizar. Con todo, queridos lectores, permítanme un consejo: recen, recen a diario para que España sea intervenida, quizá sería la única manera de que ustedes se libren de esa morralla de ineptos que pasean por el mundo subidos sobre la giba de los españoles. Supongo que resultaría incómodo, sin embargo no olviden que los cambios (o reformas) son como los dientes y el sexo: al principio duelen, pero luego sirven para comer.
Mientras releo el escrito he decidido quebrantar una norma sagrada: acudiré a una tienda de chinos. Sí, no se sorprendan, porque ya que esos extraños seres acumulan de todo en sus bazares, considero que tendré éxito para encontrar a…«la marca España». De cualquier manera, si mi intento resultara infructuoso, regresaré a casa mientras tarareo una canción: Rascayú cuando muera que harás tú. Tú serás un cadáver nada más, Rascayú…

APOSTILLA: ¿Saben ya cuál es el agujero de Bankia? Bueno, no tiene importancia: supongo que aún lo están decidiendo a...los chinos.

Foto: La tienda en la que compro vino. NvO (2012)

Donnerstag, Juni 07, 2012

CRÓNICAS DEL MERCADO (6).


GILIPOLLAS: 1. adj.coloq. Tonto, lelo. U.t.c.s.

Reconozco que en ocasiones mi carácter puede resultar arisco, meine Damen und Herren. No obstante, no me considero un hombre hosco— los que me conocen podrían certificarlo—, sino más bien carente de paciencia ante los gilipollas. Con todo, estimados parroquianos, les ruego que no confundan mi impaciencia con la arrogancia, ya que soy el principal imbécil entre los imbéciles: ¿Quizá aspiro al trono de nuestro siempre admirado José Luis Rodríguez, el Puma? Durante un paseo por el mercado es imposible no topar con un cretino: el rumano haragán (disculpen el pleonasmo) que toca el acordeón; un pescadero que intenta solapar la putrefacción del género con una «simpatía» más propia de Celia Villalobos; un camarero que siente la necesidad de explicar sus opiniones aunque ellas nos importen dos cojones y cuatro rábanos (la proporción puede variar: cuatro cojones y dos rábanos); el turista pelmazo que necesita espacio para plasmar en una fotografía «la belleza etérea» de un montón de cebollas; la española que desagravia a su vagina marchita con una sentencia inapelable: «No tienen ni puta idea de lo que es comer». Huelga decir, meine Damen und Herren, que al observar sus labios deduzco que ella tampoco; ustedes ya me entienden. Es entonces, cuando la placidez del paseo se convierte en un vía crucis, que busco refugio en la trastienda de mi panadero favorito: pitillos en el quicio de la puerta trasera; café fuerte; cruasanes recién horneados; la templanza de un tipo que sólo utiliza un horno. No obstante, estimados parroquianos, sé que al salir encontraré más de lo mismo: una legión de gilipollas. Ya que menciono a esa ilustre cofradía, no puede dejar de referirme a un tal Roig, el propietario de ese estercolero que ustedes denominan Mercadona y que hace bueno a un refrán: «De una puta y un gitano, nació el primer valenciano».
No ofreceré disculpas a mis lectores del Levante español porque tengo la certeza de que no se sentirán aludidos. Que un mamarracho de tal calibre se erija en un empresario modélico y profeta del pasado es una señal de la decadencia española, queridos lectores; y a sus declaraciones me remito: «Nos hemos pasado como país treinta pueblos. O cambiamos y somos conscientes de que estamos por arriba de nuestro nivel de productividad o nos intervienen».
Lo que a priori parece una perogrullada no es más que el canto de otro chamarilero, meine Damen und Herren. Sí, no se sorprendan, porque un tipo tan patriota (quizá sería conveniente escribir «patriotero») no debería comprar tanto fruto seco en China ni importar tanta hortaliza marroquí. Evitaré mencionar a los proveedores españoles que terminan en la ruina por las condiciones que impone Mercadona y cuyas empresas terminan siendo absorbidas a precio de saldo por la sociedad de capital riesgo que administra el yerno de Herr Roig. Asimismo, queridos lectores, los plazos de pago de Mercadona son de esos que ni José Luis Rodríguez, el Puma, entendería. De igual forma, resulta llamativo que el chocolate de esa nefasta marca— Hacendado— sean fabricados en Francia, país éste que es especialista en explotar, cuando no arruinar, a cooperativas del tercer mundo que escucharon los cantos de sirena del cultivo del cacao. Les formulo una pregunta, meine Damen und Herren: ¿No les sorprende que en España casi todo sea «patata francesa»?; no me refiero a Carla Bruni. Ese término esconde algo fascinante: patatas españolas que no se venden y son enviadas a Francia para un…cómo expresarlo…lifting y después retornan a su patria con un aspecto renovado y el precio que ustedes encontrarán en Mercadona. Los ejemplos son muchos y variados, estimados parroquianos, pero no les aburriré. Con todo, queridos lectores, señalaré algunas cuestiones: ¿Cuántas empleadas embarazas ven ustedes en un Mercadona?, ¿pueden los trabajadores «aspirar» a una baja laboral y esperar que les renueven el contrato?, ¿quién fija los precios de venta del proveedor?
Herr Roig es de esos que sabe cuál es la sociedad española que le interesa: jornadas de chinos, salarios de chinos y un plato de garbanzos Hacendado por sustento. Por el contrario, yo aspiraría, si tan «modélico» fuera, a las jornadas, salarios y beneficios de Alemania, Austria, Suecia…
Me temo, meine Damen und Herren, que los empresarios españoles están a la misma altura que los políticos; ya saben: de una puta y un gitano…

Foto: Mi panadería. NvO (2012)  

Freitag, Mai 18, 2012

CRÓNICAS DEL MERCADO (5).


HUEVÓN:  1. adj.vulg. perezoso (II tardo). U.t.c.s.

La definición que encabeza el presente escrito y que con especial cariño me dedica un lector en la anterior entrada  es injusta, meine Damen und Herren; incluso dolorosa. Sea como sea, estimados parroquianos, les confieso que mi tardanza se debe a que tuve que enfrentarme a lo que cualquier hombre teme tanto como un cáncer lento en la punta de la polla: ¡una mudanza! No obstante y si ustedes me lo permiten, les narraré lo que me resultó una experiencia tan peregrina como épica— me refiero a lo que K. considera «imprescindible»— en un próximo escrito. Aunque para cuestiones «épicas» y «peregrinas» (no teman, queridos lectores, no escribiré sobre nuestro admirado José Luis Rodríguez, el Puma) nada mejor que opinar sobre ese bizarro bamboleo que España padece; o quizá disfruta: ¿Cuándo los españoles no gozaron con «el corte de pelo a 100» o ser llevados del ronzal? Sea como sea, meine Damen und Herren, preferí abandonar el mercado y sentarme en una terraza para beber un par de cervezas y aguerrir a mis pulmones con unos cuantos pitillos: necesitaba tomar distancia de esos asuntos tan vastos; quizás debería utilizar la letra «b», lo dejo a su elección, estimados parroquianos. Por un lado nos encontramos a un cretino que atiende por el título de Juan Carlos I y que aún no entendió que cuando alguien está chocho ya no puede perseguir chochos; a no ser, claro está, que la genética putañera sea superior al sentido del ridículo. Por cierto, meine Damen und Herren: ¿Es verdad que durante la feria de San Isidro lidiarán en la Monumental de Las Ventas a un sobrero llamado Sofía? ¡Qué curioso es el mundo taurino, o el de los cuernos! Reconozco que el presente escrito es deslavazado, un cúmulo de ideas. Aun así y ya que utilicé una conjugación del verbo «lidiar» debo explicarles algunos de los capotazos que veo desde el tendido, queridos lectores. Por un lado tenemos a ese gañán de Krugman— no lo digo porque sea judío— que continúa con esas predicciones más propias de un intelecto digno de Elena Salgado (sigo sin imaginármela con un pollón venoso en su vagina; en la boca ni H.G. Wells lo vislumbraría). El iluminado circuncidado— disculpen la rima— debería saber que los españoles sufren desde la época de Aznar un…«corralito»: ¿Acaso no lo es que el 60% de los españoles cobren 1.200 Euros anuales? Sí, estimados parroquianos, no se sorprendan, porque durante la época gloriosa del último estoico, y que a tenor de la piñata de la alcaldesa de Madrid también debe estar circuncidado, el precio de la vivienda se incrementó en un 335% al tiempo que el beneficio de las empresas aumentó un 73% mientras que los salarios subieron un 10%. ¿«Corralitos»?, ¡si ustedes hace tiempo que lo padecen! Por no ofender sus inteligencias, meine Damen und Herren, no mencionaré los incrementos de precios con que los españoles fueron banderilleados. Sin embargo, queridos lectores, aprecio la valía de la cuadrilla de Herr Rajoy. Sin ir más lejos, ese tipo con pinta de cura de pueblo y que ostenta la cartera de Exteriores se encoleriza por Gibraltar. Me temo que ustedes regresarán a la época de «Si ellos tienen ONU, nosotros tenemos dos», y todo por ocultar los problemas internos. Aunque para problemas los de Bankia, ese lupanar en el que Rodrigo Rato— un trotaconventos e impresentable a carta cabal— abría la sesión de «mete y saca» con una campana; seguramente porque su «badajo» estaba a buen recaudo. Casi tanto como los de Frau Aguirre, Evita 2.8, una hortera que hace del laísmo y del nepotismo su libro de estilo: ambos vendían coños vírgenes— los dos son unos virgueros— cuando en ellos había «afilado el sable» hasta Pepiño Blanco. ¡Qué poco charme!, sólo faltaba Zaplana en ese lupanar; aunque algo tiene que ver. Estafas al margen, porque lo de Bankia es una estafa en toda regla (antes quebrada que catalana), nosotros regresaremos a…los mercados, estimados parroquianos. Tantos ataques al euro provienen de una extraña combinación: judíos y un mulato; sí, ya saben, Obama, el primer presidente judío de EE.UU y a su vez gran muftí de Washington. En realidad, queridos lectores, presenciamos una guerra en la que el dólar lucha por mantener un papel predominante. ¿Qué ocurría si China y los países árabes invirtieran en euros?, ¿podría mantener EE.UU. tasas de déficit tan elevadas?, ¿sería capaz de sostener una tasa de deuda tan alta en una moneda extranjera? No olviden que en un escrito les expliqué que el desencadenante de la guerra de Irak fue la predisposición de Sadam Hussein a vender petróleo y cobrar en euros. Tengan presente, queridos lectores, que a los imperios, por grandes que sean, les ocurre lo mismo que a mí: acometen una mudanza y quedan deslomados. Todavía debo abrir cajas, pero mientras lo hago, reflexionaré sobre una cuestión: ¿Es casualidad que De Guindos prefiera a Goldman Sachs para…no sé qué historias? La respuesta la encontrarán en Grecia, meine Damen und Herren: ellos saben mucho sobre cómo las gastan determinados…inversores.   
 
Foto: Una esquina. NvO (2012)

Donnerstag, März 15, 2012

CRÓNICAS DEL MERCADO (4).

EXCUSA: 2. f. Motivo o pretexto que se invoca para eludir una obligación o disculpar una omisión.
 Don Nicholas, dijo que mientras se pasaba la mano de un huevo a otro escribía algo en Josephsplatz, pero veo que nos engañó, hace un tiempo que se está tocando los cojones con las dos manos. Saludos.

No es eso, meine Damen und Herren, no es eso; la «explicación» (excusa) es otra: deambular por un mercado requiere paciencia, tiempo y la mirada apática del ocioso. Yo, por ejemplo, soy un tipo al que adelantan—incluso atropellan con los carritos— las viejas artríticas cuando paseo por el Naschmarkt. No les explico como me magullan las corvas con las bolsas de la compra esos extraños seres que caminan con la misma premura con que Iñaki Urdangaringuinguín se sacude la mierda de encima. Sea como sea, estimados parroquianos, disfruto de mi…«paso de carreta». Aun así, queridos lectores, existe una tienda que me obliga a acelerar: la tienda de quesos. ¡Aaaagggggg! ¡Qué tufo, qué olor tan nauseabundo, meine Damen und Herren! No malpiensen, bitte, no me refería a la honestidad de Pepiño Blanco. Alimentos repugnantes al margen, disfruto mucho con esa extraña danza que cual peonza ejecutan a dúo De Guindos y Rajoy (Montoro libra hoy). Me encantó esa demostración de…cómo expresarlo…«antes muerto que sencillo» de Herr Rajoy ante los próceres europeos. Huelga decir que Frau Merkel dio el visto bueno antes de la representación; ya saben, estimados parroquianos: Contra el vicio de pedir, la virtud de no dar. Entiendo que desde fuera la postura alemana puede resultar incomprensible, tiránica y prepotente; pero permítanme algunos comentarios, un bosquejo que ustedes también pueden aplicar a Grecia, Portugal e Italia. Desde que España entró en la Unión Europea se dedicó a invertir los fondos de cohesión — con mayor tenacidad con la entrada en el euro—, ayudas y subsidios en bienes de consumo, en vez de dedicarlos a la inversión, reformas estructurales y en cambiar el ciclo productivo. Un fenómeno tan…mediterráneo no podía tener otro final que el que ustedes padecen. Asimismo, la época dorada de Herr Aznar no fue más que otro ejemplo de muerte y sencillez, ya que los intereses tan asequibles del momento y la entrada en el euro provocaron un alza en los precios (aún recuerdo a Rodrigo Rato con su cantinela de que no existiría «redondeo ni incremento de precios») que sólo podían soportar con endeudamiento a mansalva; tanto los ciudadanos como el Estado. Fíjense en un dato, meine Damen und Herren: mientras que De Guindos amenaza con todo tipo de plagas, Montoro incrementa los impuestos y Rajoy mira desde el burladero de Soraya, los precios españoles no sólo se mantienen sino que hasta aumentan. Por el contrario, Irlanda comprendió que mantener esos precios ficticios y más propios de época de burbuja era un lastre para su economía y un dogal para sus ciudadanos, por lo que los redujo casi un 16% durante el último quinquenio. Ya en el colmo del dislate, estimados parroquianos, Italia y Portugal hasta los incrementan. Entiendo, y así lo expliqué en otro escrito, que la famosa «competitividad» con la que el Gobierno español se llena la boca a diario no es más que la devaluación de los españoles; bien sea con salarios de mierda o una reforma laboral más que discutible. Si ustedes se percatan, queridos lectores, parece que todo el problema laboral español reside en los trabajadores, cuando los empresarios hispanos son de aquellos a los que debemos…«echar de comer aparte». Mientras escribo sobre estos temas atufa mi olfato el olor pungente de Sarkozy, el Jean Paul Belmondo de la política, y su preocupación (junto a la canciller Merkel) por…¡la deuda! Todos esos «rescates» entregados a Grecia no son más que una compra de tiempo, tiempo éste que los bancos franceses necesitan para colocar— una nueva versión del timo de la estampita— esos papelitos griegos que ya no sirven ni para limpiar nuestros culos. No obstante, meine Damen und Herren, tengo la impresión de que los políticos griegos y nuestro siempre admirado José Luis Rodríguez, el Puma, y por extensión el socialismo español, son de esos que prefieren vivir del cuento en vez de ceñirse a las cuentas. Luego, estimados parroquianos, pasa lo que pasa: huele mal.
Foto: Mi pesadilla: ¡una tienda de quesos! NvO (2011)


Freitag, Februar 03, 2012

CRÓNICAS DEL MERCADO (3).

QUINCALLERO: 1.m. y f. Persona que fabrica o vende quincalla.
A pesar de mi deambular diario por el mercado, existen cuestiones que nunca entenderé, meine Damen und Herren; y no son asuntos baladíes: ¿Por qué la alcachofa que el martes costaba 2 euros el miércoles cuesta 3? ¿Por qué Herr Trappl me regala el pan de cebolla (1,5 euros) cuando le compro 200 Gr. de aceituna griega? ¿A qué obedece que Mathias me obsequie con un par de riñones de cerdo cuando le encargo cuatro codillos? Sea como sea, estimados parroquianos, les confieso que después de cada incursión en el mercado regreso a casa con algún presente; quizá deferencia. Me gustaría que nuestro siempre admirado José Luis Rodríguez, el Puma, me acompañara, nadie mejor que ese tizón del intelecto para despejar mis dudas. Sin embargo y en vista de que aún luce esa expresión de…cómo expresarlo…haber descubierto el fuego el día anterior…preferiría la compañía de Herr De Guindos, el mejor abacero del mercado y a su vez chambelán de Rodrigo Rato, el rey de los…pasteles. De cualquier modo, queridos lectores, les confieso que jamás le compraría algo a ese dúo de quincalleros. El monstruo que ustedes denominan Bankia me recuerda a uno de esos potajes españoles: tocho valenciano, tocho madrileño, banco valenciano, caja madrileña…¡demasiados ingredientes para el comistrajo! Con una capitalización tan ridícula como la de Bankia, da la impresión de que se cuece algo, sobre todo por el silencio de BBVA, Banco de Santander y los murmullos de La Caixa. Ya les comenté hace varios meses que algunos (en ese momento considerados temerarios) ya pedían—de hecho era una súplica— una fusión entre Caja Madrid y La Caixa. Es una maniobra arriesgada para los catalanes, meine Damen und Herren, porque debilitaría su joyita de la nació; ya se encargarían «los mercados» del trabajo sucio. Aun así, De Guindos persigue esa presa, y lo hace con la porfía del mercenario: su lealtad brota del dinero. Atrás quedan los tiempos de Rodríguez, estimados parroquianos, un eterno derrapar, siempre al borde del abismo, culpabilizar a los demás de su ineptitud y memez, fue una época tan «gloriosa» como chusca; pero ahora todo se tornó lóbrego, rodeado de la oscuridad de las bambalinas financieras: el ámbito natural de Herr De Guindos. Quizá sus intentos fructifiquen y logre colocar a La Caixa a los pies de los caballos mesetarios para que después BBVA y Banco de Santander puedan recoger algo de los despojos, lo suficiente para presentar ante Europa—entiéndase Frau Merkel— el sistema financiero sólido que Rodríguez pretendía vender con la pesadez de un comercial del Círculo de Lectores y la misma credibilidad que el juez Garçon.
En ocasiones, meine Damen und Herren, un novelista debe mentir para mantener el interés en el relato; no obstante, para que esa mentira se mantenga deberá modificar la novela y la estructura, algo que Herr De Guindos ejecuta con sórdida brillantez: el que (le) paga manda, porque el que domina los mercados de deuda es el mismo que en sus ratos libres construye horcas caudinas. Creo que la entrevista entre Rajoy y la canciller Merkel fue bien, no olviden que regalar jamón, morcilla y cava lubrica reticencias; pero tengan presente que Frau Merkel es de aquellas que piensa que si la confianza es buena el control es mejor, y roza lo excelso cuando es De Guindos el pastor del rebaño. Ignoro qué haría yo si me encontrase con el panorama económico español: paro desbocado; más de tres billones de euros en deuda (pública y privada); 17 empresitas en quiebra; un país sin modelo económico; toneladas de ladrillos que no sabemos cómo encajar en los balances; una sociedad en crisis…Aunque ahora que lo pienso, meine Damen und Herren, sí sé lo que haría: me acercaría al mercado con la esperanza de encontrar las alcachofas a 2 euros; nunca se sabe.

Foto: La mejor tienda de Sauerkraut y pepinillos del mundo. NvO (2011)